
Los diez alumnos de Bellas Artes finalizan su trabajo en El Valle con un recorrido por los talleres donde han mostrado sus obras
Un año más, las Becas al Raso han llegado a su fin. Los diez alumnos de la Facultad de Bellas Artes que el pasado uno de julio llegaban a El Valle para trabajar durante todo un mes en contacto con el municipio y sus vecinos, han finalizado su trabajo.
Han sido más de treinta días dedicados a un proyecto con el que han intentado transmitir lo que ellos mismos viven y sienten. Y los resultados se han visto en la exposición final de las obras, organizada por los propios becarios, que ha consistido en un recorrido por los diferentes talleres en los que han trabajado y dónde se encuentran sus creaciones.
Acompañados por el coordinador de la beca, Víctor Borrego, y por representantes del Ayuntamiento de El Valle, además de familiares, amigos y antiguos alumnos, los becarios explicaron en qué consisten sus trabajos, entre las que hay pinturas, videos, composiciones de texto, composiciones con elementos naturales, objetos modelados, performances, etc.
Se trata de obras tan llamativas como la ‘Feretrospectiva de una cultura popular’. Es el título de la obra de Favio Ramírez, quien con un ‘cuadro gigante’ ha estado investigando con los materiales con el objetivo de mezclar lo digital y lo orgánico creando una especie de montaje autobiográfico.
Otra de las artistas, Laura Wächter, mostró su ‘enciclopedia de símbolos personales’ consistente en dibujos propios de imágenes que transmiten lo que ella quiere expresar. También ha elaborado un trabajo audiovisual basado en imágenes recuperadas de su infancia como una manera de fragmentar la realidad que busca en imágenes ajenas. El objetivo de todo ello es recuperar la memoria perdida.
Por su parte, Aldama Buscemi, agrupó su trabajo bajo una ‘Muestra de egocentrismo’. Es decir, pequeñas obras realizadas con cartón, como principal material, que mostraban el drama personal de la artista desde una perspectiva existencialista ya que traducían su propia visión de la vida. Así, el cartón, un material altamente reciclable, simbolizaba el movimiento del ser humano, que ‘viene y va’ a lo largo de la vida.
Más minimalista resultó el trabajo de Yuyú López, que ha estado coleccionando pequeñas cosas en bolsitas herméticas para realizar una especie de ‘tarot’ relacionado con textos de la biblia. Por ejemplo, una flor con forma de trompeta recordaba a cuando el ángel daba el aviso del Apocalipsis, o unas pequeñas manzanas recordaban el episodio de Adán y Eva.
Otro de los trabajos más llamativos fue el de Elena Díaz, que ha estado viviendo en el Cerro del Calvario durante prácticamente todo el tiempo que ha durado la beca. Allí ha creado una especie de ‘diario’ con cosas que ha ido encontrando en el territorio en su día a día, por ejemplo, una cerradura oxidada, una vieja llave, etc. Además, debido a una experiencia propia, se interesó por el efecto que puede causar el óxido en las pieles de los alimentos naturales, así, se dedicó a recoger clavos oxidados y a clavarlos en los propios alimentos. Descubrió, por ejemplo, que el limón se oxida más rápido que la naranja; que una aceituna enlatada tarda sólo dos días en carbonizarse y que la patata es uno de los vegetales más duraderos.
Con esta exposición, las becas Al Raso se despiden hasta el año que viene, en el que se celebrará una nueva edición del programa.