Los diez alumnos de Bellas Artes, que han trabajado en el municipio durante este mes de julio, muestran sus obras a través de una exposición guiada.
Después de muchas horas de dedicación, ha llegado la hora de recoger los frutos. Los diez becarios de Al Raso 2011, que han trabajado en El Valle durante el mes de julio, han mostrado sus obras a través de una exposición guiada el pasado fin de semana por los diferentes talleres donde han trabajado, ubicados en los pueblos de Melegís, Restábal y Saleres.
Acompañados por el coordinador de la beca, Víctor Borrego, la concejala de Cultura del Ayuntamiento de El Valle, Puri Reyes, así como de familiares, amigos y antiguos alumnos, los becarios han dado a conocer sus obras, entre las que hay pinturas, fotografías, composiciones, esculturas de madera y proyecciones animadas.
Se trata de obras tan llamativas como las sillas de anea elevadas con grandes patas de madera, todo lacado en blanco, situadas a las puertas del museo de Restábal y que hacen una comparativa entre lo grande y lo pequeño. Como comentaba una de sus autoras, Raquel Vidal, “las largas patas de madera dejan ver el espacio que hay debajo de la silla y al que nunca prestamos atención, y el hecho de agrandar lo pequeño resulta atractivo”.
Las esculturas realizadas con madera reciclada han sido una constante en esta edición de la beca, y algunas de ellas ya forman parte del propio medio rural. Así, en la puerta de la iglesia de Restábal podemos observar una caseta de madera para pájaros, elaborada a partir de un tronco de árbol talado. “Se trata de dar vida a algo que estaba muerto”, señalaban algunos de los becarios. En otra de las calles del pueblo, también observamos otra estructura realizada con madera reciclada.
‘La caja blanca’, de Beatriz Regueira, ha sido otro de los trabajos más llamativos. Como si de una casita de muñecas se tratara, se presenta como una habitación colonial blanca, impoluta. “Representa las sociedades más pudientes y más falsas también. He forrado los sillones con un tejido que imita a la piel humana para simbolizar sobre qué esfuerzo, o de quien, está sustentado semejante escenario”, explica su autora.
De entre los trabajos, no faltaron las proyecciones animadas, como la titulada ‘Barcos de Guerra’, de Rafael García, que simulaba un bombardeo entre naves, y cómo éstas iban quedando a la deriva; o el trabajo de Arcadio Sánchez, ‘La garra del diablo’.